SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL COMUNISMO POR PARTE DE LA CLASE OBRERA DE NUESTRO PAÍS.

Enrique Velasco

La empresa cooperativa en su primera fase.-

 

La segunda fase del capitalismo se hace reconocible cuando lo que era una serie de talleres de manufacturas se va convirtiendo en un conjunto de fábricas que han organizado su trabajo, en el interior de sus propias naves, y en sus relaciones entre ellas, como un auténtico sistema; con unas normas de funcionamiento y unos fines, comunes a todas ellas.

Como la finalidad es común, es la misma para todas ellas, los medios que utilizan van siendo iguales, al adoptar todas los mismos que utiliza la que consigue obtener la máxima ganancia.

De este modo, el orden interno de trabajo, la forma de trabajar, la creación de nuevas tareas y su redistribución entre los trabajadores, la duración y la intensidad del trabajo, así como la retribución del mismo, los salarios, pasan a ser el terreno en el que se sistematiza el funcionamiento de todas las empresas capitalistas, por eso decimos que acaban formando un sistema: un todo, en el que cada elemento, cada empresa, se desenvuelve en el seno del conjunto, siguiendo los movimientos, los impulsos y las reglas que le transmite y le impone el todo.

Los medios exteriores a la propia empresa, que le sirven de instrumentos para su desenvolvimiento y desarrollo (para su reproducción), y que hemos llamado instituciones, tienen que ser, también, iguales para todas.

Y así es como, nos encontramos con un sistema productivo capitalista, y un sistema institucional que se le corresponde y que hemos llamado Estado parlamentario.

Esa es la fase a la que no ha llegado todavía la empresa cooperativa. Todavía permanece en su primera fase. Todavía no existe un conjunto ordenado de empresas cooperativas; sino cooperativas sueltas, en el seno de un sistema de empresas capitalistas, con su sistema institucional propio.

No existe todavía, ni el orden interno en el trabajo, ni el orden propio en la relación entre las distintas cooperativas.

La ordenación del trabajo en sus talleres según hemos visto, viene copiado del orden laboral (del trabajo) capitalista: las mismas tareas, la misma distribución entre los trabajadores de estas tareas, parecida remuneración (salario), parecida, jornada, etc.

Es normal y lógico. No tienen otro modelo delante, sino el modelo del trabajo por cuenta ajena.

Cuando tres albañiles montan una pequeña cooperativa, es normal que tomen las referencias, en todo, de la pequeña empresa que conocían. Cuando se monta una cooperativa media o grande, igualmente, los papeles, las cuentas, todos los trámites ya le vienen señalados por las instituciones capitalistas. La propia Ley de las  cooperativas y su reglamento están redactados pensando en las instituciones que han nacido para reproducir a las empresas capitalistas.

Es, por tanto, difícil, en la práctica y en la teoría, avanzar, aunque sea un pequeño esquema, de lo que signifique un conjunto de empresas cooperativas, formando un sistema que obedezca a sus fines propios, arropado por un sistema de instituciones que permitan y faciliten su continuada reproducción.

Sin embargo, esta dificultad no cierra el camino, puesto que, en el terreno de la práctica, el avance de esta forma de trabajar, en las sociedades europeas, y en nuestro propio país, es constante; lo que permite ir disponiendo de un acopio de datos muy importantes, para con ellos trabajar en su identificación, clasificación y posible ordenación.

En esta tarea de manejo de los datos, recordaremos la necesidad de la teoría, para progresar en el conocimiento que, nos permitirá un acercamiento a los mismos, y una actuación práctica más eficaz que la que haríamos con los datos de la sola experiencia.

El trabajo por cuenta propia en cooperación es un objeto de conocimiento de primer orden para el movimiento obrero. Y lo es, en primer lugar, porque un porcentaje de trabajadores ya considerable presta su trabajo en esta forma. Pero, sobre todo, porque trabajar en cooperación por cuenta propia, ha sido y sigue siendo, el modo de producir buscado y perseguido, con suerte desigual, por el movimiento obrero de formación o inspiración  marxista.

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